Actualmente las problemáticas de salud mental, concretamente, la depresión en adolescentes, están incrementando de forma preocupante, tanto a nivel mundial como en nuestro país. Tanto es así, que el organismo mundial de la salud refirió la depresión como una de las principales causas de enfermedad en adolescentes a nivel mundial y sugirió que no abordar este tipo de patologías en la adolescencia conlleva consecuencias para la persona en su adultez (OMS, 2019). Se estima en nuestro país que un 15% de jóvenes presentan síntomas graves de depresión. (UNICEF, 2022).
El síndrome depresivo de aparición temprana, es decir, niñez o adolescencia tiende a seguir un curso crónico y afecta a todas las áreas del menor; rendimiento escolar, desarrollo personal y relaciones sociales. Además, en el caso de la depresión mayor supone un gran riesgo de aparición de conductas suicidas.
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Toggle¿Qué es la depresión en adolescentes?
La depresión cursa con un estado de ánimo depresivo, es decir, se coge de la mano con la emoción tristeza, a menudo puede aparecer ansiedad, desinterés general, disminución de ocio y de contacto social, alteraciones del apetito y del sueño, sentimientos de incapacidad e ideas de suicidio. Los síntomas más propios del adolescente son: aburrimiento, fatiga, nerviosismo, falta de concentración, llamadas de atención, conducta sexual anárquica, hipocondría, agresividad, faltas escolares, colera, conductas temerarias o autodestructivas (Weiner, 1996).
La depresión en adolescentes es similar a la depresión en población adulta en cuanto a los síntomas descritos, sin embargo, en personas de edad más avanzada predominan los síntomas melancólicos y en los adolescentes aumentan las conductas más disruptivas, es decir, rabietas o cambios de humor.
Causas comunes de la depresión en adolescentes
En ciencia no existe una causa concreta que genere la patología depresiva, sin embargo, se asocian diversos factores implicados. Las causas más hereditarias se centrarían en la Neuroquímica cerebral, sustancias químicas que se encuentran repartidas en nuestro cerebro y trabajan en la transmisión de las señales entre cerebro y cuerpo, y las hormonas, si estas sustancias se ven alteradas pueden generar cambios en nuestro sistema nervioso que deriven en depresión.
De forma más aprendida, nuestros adolescentes pueden sufrir un trauma de primera infancia, como abusos físicos o emocionales, que si son mantenidos en el tiempo como puede ser el bullying, pueden generar cambios a nivel cerebral que generen sintomatología depresiva. A través, de aprendizaje también podemos aprender patrones de pensamiento negativos, los que nos pondrían en situaciones de vulnerabilidad e incapacidad de resolver nuestros problemas.
Síntomas
- Síntomas emocionales. Tristeza, perdida de disfrute y/o interés, cambios bruscos de humor o ausencia de este, desesperanza, irritabilidad y llanto en exceso.
- Síntomas motores. Falta de expresión, hipoactividad o hiperactividad, letargo o enlentecimiento.
- Síntomas cognitivos. Falta de concentración, pérdida de memoria, indecisión, sentimiento de culpa, baja autoestima, descenso del rendimiento y bajo nivel de atención.
- Síntomas sociales. Aislamiento e incompetencia social.
- Síntomas conductuales. Rabietas, indisciplina escolar, delincuencia, consumo abusivo de sustancias.
- Síntomas psicosomáticos. Enuresis, perdida de energía, pérdida de peso, dolores musculares o cefaleas, pesadillas, alteraciones del apetito, del sueño o intestinales.
Cómo abordar la depresión en adolescentes
Importancia del apoyo familiar
Cuando buscar ayuda profesional
Opciones de tratamiento
Consejos para ayudar a un adolescente con depresión
Varios estudios científicos se centraron en la realización de un esquema de pautas efectivas que empoderen a los padres para afrontar el comportamiento de un hijo con depresión. Entre las recomendaciones más efectivas, se exponen las siguientes:
- Buscar apoyo profesional, médico, psicológico y educativo.
- Revisar la dinámica familiar y fomentar una escucha activa y una comunicación abierta ante los problemas del adolescente, generando así un entorno de apoyo.
- Generarle un rol familiar en que sienta utilidad, así el adolescente podrá sentirse útil dentro del núcleo familiar.
- Incentivar la actividad del menor, fomentando actividades que le motiven y actividades deportivas que le ayudaran a regular los cambios neuroquímicos mencionados anteriormente. Además, de fomentar tipos de autocuidado que se relacionaran directamente con la autoestima del adolescente.
Estamos siendo testigos del aumento de los trastornos depresivos en los adolescentes. Para no convertirnos en observadores pasivos, debemos plantearnos la necesidad de actuación para ser capaces de detectar este tipo de casos evitando así su cronificación.
El papel preventivo familiar se basa en una comunicación afectiva diaria, el tiempo compartido con ellos como comidas o actividades, compartir con algún miembro de la familia alguna actividad, supervisar sus comidas, salidas y actividades.
Este artículo tiene una utilidad preventiva, por ello, desde Policlínica Omega, se os anima a compartir el artículo, con todos aquellos padres que puedan estar lidiando con estas problemáticas en su familia y así entre todos poder frenar la cronificación de la depresión en la adolescencia.